Estamos ya en mayo, mes primaveral por excelencia, con sus flores, tardes soleadas y terrazas llenas de gente y empezamos a pensar en vacaciones y planes estupendos. Son muchas las opciones que se nos pasan por la cabeza, dónde ir este verano, ¿playa, ciudad? ¿Frío, calor? ¿Europa o cruzar el charco? ¿África? Yo te propongo algo extraordinario: viajar a Cabo Verde.

El verano que lo elegí como destino yo estaba llena de dudas sobre dónde ir. No suelo repetir destinos lejanos a corto-medio plazo, y se me ocurrió visitar este bello archipiélago africano básicamente por 3 razones: adoro África desde mi primera experiencia como cooperante en Zambia, todo lo lusófono me chifla, y quería que mi destino vacacional fuera playero. Así que con estos tres ingredientes ¡la combinación ganadora fue Cabo Verde!

Cabo verde es un archipiélago dentro del conjunto volcánico Macaronésico, en el Atlántico bajo  Madeira y las Canarias, frente a la costa senegalesa. Son varias islas e islotes. Mi visita se centró en dos de ellas, aunque creo que la esencia de Cabo Verde, que yo voy a expresar, está presente en todo el país.

La isla de Sal es la más turística y la que recibe la mayoría de los viajeros por sus conexiones con otras islas. Viajar a Cabo Verde en Julio es buena época. El clima era muy agradable no demasiado caluroso, pero lo suficiente para poder bañarte y aprovechar las bonitas playas como la de Santa María. Más allá de las playas es una isla bastante tranquila en cuanto a ocio, no deja de ser un trocito de Africa, más tropical y occidental, pero con unas infraestructuras limitadas. Es segura aunque siempre hay que viajar con sentido común y no deambular mucho por los lugares más solitarios.

Isla de Sal es muy recomendable para el submarinismo. En cuanto a naturaleza ¿sabías que esta isla cuenta con la presencia de tiburones, de hasta 12 distintos tipos? Pues ahora ya lo sabes, pero no te imagines escenas a lo Spielberg, en la isla están bastante habituados a convivir con ellos, y los tiburones no suelen acercarse a zona de bañistas ni atacar. Eso sí, si no te ponen un poco en el contexto, la palabra tiburón te produciría “emoción”  de miedo, pero no es así.

El paisaje común de las islas es similar a algunas islas volcánicas de la zona atlántica como Fuerteventura,…montañas de formas muy irregulares con horizontes desérticos. Me hace mucha gracia como nombran a sus montañas los caboverdianos, ésta por ejemplo la llaman del león sentado, con un poco de imaginación.

Vacaciones en Cabo Verde, STYLE 4 LIFE Iberia

Por las noches puedes escuchar kizomba en la mayoría de los sitios, sobre todo bares de hoteles acompañándose de danza. El origen de este género musical y danza parece estar en Angola, aunque no me quedó muy claro tras conversar con los caboverdianos que también se lo atribuyen. Es un baile muy bonito y sensual, aunque se baila con mucho respeto. Una vez que aprendes a dar unos pasos… ¡se te van los pies solos! Me encantan los sitios donde la música y el baile están presentes continuamente…En cierto modo me recordaba a Cuba por ésto.

Al viajar a Cabo Verde tienes que decidir qué islas visitarás. La segunda isla a la que viajé fue São Vicente, quedándome en Mindelo. La isla de la gran Cesaria Évora. Nada más aterrizar te encuentras con la estatua de ella. A Cesaria se le conoce más como la “reina de la morna”.

Y es que este género musical es autóctono de Cabo Verde. Como amante del fado conocer esta música en su país de origen ha sido todo un descubrimiento para mí. La morna expresa el sentimiento del fado que habla de la saudade, aquí llamada sodade, el romanticismo de la isla, un toque de blues, y se canta en criollo. Su versión propia de la saudade portuguesa.

En Mindelo está la Casa de la Morna, de música en vivo mientras cenas o te tomas una bebida. La Casa de la Morna la fundó Tito Paris, probablemente el caboverdiano más popular después de Cesaria, que emigró a Lisboa con 19 años. Tiene un ambiente único, sin pretensiones, con el único objetivo de que la gente esté a gusto disfrutando de la noche del “Caribe Africano”, con exposiciones de arte temporales, y en definitiva un lugar de encuentro de artistas. Un lugar con pasión.

Mindelo, centro

Todo es bueno. Un plato muy típico de Cabo Verde es la cachupa, un estofado de maíz y legumbres con carne o pescado. Bebidas que seguro que te gustan: el grogue, ron de miel de caña o el ponche – soy fan del de coco. Pero lo más popular en el mes de julio es un pescado que tiene su festival propio: el festival de la Kavala. La Kavala – no confundir con la mística cábala– es una variedad de sardina típica en Cabo verde. Desde hace 6 años se celebra y es un evento que quiere internacionalizarse.

No obstante el principal encanto que encontré fue que era una fiesta muy local. Todos los vecinos de Mindelo parecían estar en la calle durante ese día y noche, hay pescado por todas partes en puestos callejeros y conciertos. Apenas ví turistas.

Festival de la Kavala
Festival de la Kavala, São Vicente. Cabo Verde

Los caboverdianos tienen un carácter amable: son educados y respetuosos, herencia del pasado portugués, y tienen ese lado tropical más extravertido que confieren las islas a sus habitantes, hacen la vida en la calle, juegan, bailan, conversan… Cabo Verde fue la región con mayor mestizaje afro-europeo en la época colonial, algo que les diferencia de sus vecinos países lusófonos. Este aspecto se nota en sus rasgos afinados, tienen una belleza distinta al resto de africanos. Cabo Verde extraordinario.

Algo que no dejaba de llamarnos la atención a mi compañera de viajes y a mí es el comportamiento de los adolescentes, especialmente en las playas. Grupos de chavales en la playa, jugando y divirtiéndose sin ser ruidosos o cansinos como a veces pasa en otras playas europeas. Me sentí todo el tiempo muy relajada y totalmente desconectada de mis rutinas, como en casa.

Las playas de Sao Vicente son increíblemente paradisíacas…sin duda Cabo Verde es el Caribe Africano sin nada que envidiar a otras famosas playas. El azul del mar es turquesa y la arena blanquísima. Una de las playas es Praia Grande, al otro lado de la isla, donde puede decirse que estuvimos totalmente solas en una playa paradisíaca.

Playa paradisíaca

No había transporte público que llegara allí, fuimos en taxi y acordamos una hora de recogida (confiando y rezando por qué cumpliera su palabra!).

Pasamos un día estupendo. El único inconveniente de viajar a una playa perdida de Cabo Verde es que era una playa virgen sin socorrista (nadador salvador) y el mar estaba revuelto. Sabiendo que los tiburones no andaban muy lejos, no quisimos bañarnos mucho. Pero caminamos hasta el pueblo más cercano, y comimos pescado al grill en un sitio muy acogedor.

Si tuviera que resumir las emociones de viajar a Cabo Verde, usaría la palabra que los caboverdianos tienen precisamente para describir “aquello”: Morabeza. Difícil de traducir pero algo así como la amabilidad, la esencia de su gente, su música, su danza, su emoción.

Dejo este bello poema de Eugenio Tavares, que es además el texto de los billetes de 2000 escudos:

«Se é pam vivê na es mal 
De ca tem
Quem que q’ rem,
Ma’n q’re morré sem luz,
Na nha cruz,
Na es dor
De dâ nha bida
Na martírio de amor!» 

Pilar Elez

S4L

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